la importancia de una adecuada praxis para enseñar, pero allí no acaba el sentido de la función del maestro. No se puede reducir una tarea magnifica como la docente a la del enseñante. Junto con el desarrollo del proceso enseñanza-aprendizaje el docente debe tener presente que el desafío es que cada niño o niña pueda ir construyendo el pensamiento propio. Pensar de manera libre, sin prejuicios y solidariamente es una meta profundamente humana y que dignifica la tarea educativa. Pensar es estimular la imaginación y la capacidad creadora. Lo que nos diferencia de ser maquinas humanas o solamente un engranaje de un mecanismo social. Es también lo que va a diferenciar a nuestros alumnos cuando sean adultos. Reproducir un sistema o ser parte activa de nuevas ideas para una sociedad más justa y más solidaria Hay escenas de películas que marcan el contraste; en la película de la obra “The Wall, de Pink Floyd” cuando suena “otro ladrillo en la pared”,se ve y se escucha una mirada alienante de la función del maestro y la escuela y el coro de alumnos cantando “ no queremos que controlen nuestro pensamiento”. En cambio en otro film “la sociedad de los poetas muertos” cuando el profesor Robin Williams anima a sus alumnos a pararse arriba del escritorio y tener otra perspectiva del mundo y de las cosas. Es cierto que las películas y las obras artísticas dramatizan a veces al extremo la realidad. Pero el ejemplo sirve para plantearnos la elección entre dos paradigmas de nuestra tarea pedagógica: la de ser meros instrumentos de reproducción de una maquinaria que limita y disciplina las posibilidades espectaculares que tienen nuestros alumnos o la de formar para la libertad, el pensamiento propio y la tolerancia.
Miguel Tanos